Un siervo del Señor está llamado a hacer la voluntad de Dios.  Pero, ¿cómo puede uno hacer la voluntad de Dios a menos que haya nacido de la voluntad de Dios primero? (Juan 1: 12-13)


Fue cuándo Pablo nació de nuevo que le preguntó al Señor: "¿Qué quieres que haga?" (Hechos 9: 5-6)  Sólo en la obediencia a la voluntad de Dios, sucederá que su ministerio como siervo de Dios será una flecha que da en el blanco.  Es en Cristo Jesús, el Hijo obediente que habita en nosotros, que nosotros también podemos preguntar al Señor, "¿Y qué quieres que yo haga?" (Hebreos 10:7)Nuestra tendencia es a involucrarnos en obras, olvidando que la obra a la que hemos sido llamados como sus siervos, es mucho más que hacer algo para Dios; más bien se trata de hacer su voluntad. Estamos llamados a Su obras y debe ser resultado de la voluntad de Dios. Cristo Jesús, es la voluntad de Dios encarnado y es en El que la voluntad de Dios se cumple. El siervo se identifica con la voluntad de Dios - que es buena, agradable y perfecta - a causa de la presencia de Cristo en el siervo.  Es a través de Cristo que el siervo puede hacer la voluntad de Dios.